Se recorre caminando, en bici o navegando los canales en pequeños botes. En invierno, se congelan y se convierten en pistas de patinaje. Sus 170 puentes no soportan el peso de los autos.
Al norte de los Países Bajos, Giethoorn vive inmerso en el más puro aire libre. Se trata de uno de esos pequeños pueblos de Europa con el encanto especial que le dan las arboledas, los caminos y ventanas coloridas y los tejados cubiertos de paja.
Además de su belleza particular, Giethoorn es también un pueblo donde los autos prácticamente no existen. Sus más de 2.600 habitantes no utilizan el carnet de conducir, si es que lo tienen: todos tienen sus botes preparados para ir de un lado a otro atravesando los canales que recorren el lugar. No existe ningún tipo de ruta o trazado de calles por las que puedan circular los autos. Quienes vivan o visiten Giethoorn tendrán que saber que el lugar se recorre caminando, en bici o navegando los canales en pequeños botes.
Para usar el auto, hay que hacerlo a cierta distancia del pueblo. Incluso, los cerca de 170 puentes que hay, no soportan ese peso. Fueron construidos por sus propios habitantes, así como también los canales. Estos últimos se congelan con las bajas temperaturas del invierno. De esta forma, quedan las pistas libres para aquellos que deseen patinar sobre hielo.
Situado a poco más de 100 kilómetros de Ámsterdam, es un punto de Holanda en el que todo parece salido de un cuento: puentecitos, canales encantadores, flores coloridas, vegetación de un verde estridente y casas antiguas. Un entorno soñado ideal para el descanso. Acá solo se escucha el ruido de los pájaros. No hay bocinas, ruidos de caños de escape y mucho menos discusiones de tránsito.
